30 de septiembre de 1887: primer concurso para la contratación del servicio de correo marítimo interinsular
En la historia del transporte interinsular de vapores, el más parecido al correíllo La Palma también se construyó en Middlesbrough, en el mismo año de 1912. Se llamaba León y Castillo. El ‘segundo’ León y Castillo. El primero había arribado en 1888 al Puerto de La Luz procedente de los astilleros de D.J. Dunlop & Co., en Glasgow, y navegó en aguas canarias hasta embarrancar en 1910 en Río de Oro, declarándose pérdida total y enviándose a desguace.
Que hubiese dos vapores consecutivos con el mismo nombre se debía al homenaje que brindó la Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios (armadora de ambos buques) al eminente político grancanario Fernando León y Castillo, nacido en Telde en 1842 y ministro de Ultramar entre 1881 y 1883, durante el reinado de Alfonso XII. Fue él, León y Castillo, el gran impulsor del establecimiento de líneas regulares de vapores correos entre las propias Islas Canarias, logrando que en el Real Decreto del 1º de mayo de 1883, en el último año de su cartera ministerial, se describieran por primera vez los requisitos, condiciones y plazos para las futuras subastas del transporte del correo en barcos de vapor dentro del archipiélago.
Tres años más tarde, en 1886, León y Castillo ostentará de forma transitoria el cargo de ministro de Gobernación. Lo hará durante apenas trece meses, pero es justo en este momento en el que se fragua su gran legado. El viernes 30 de septiembre de 1887 se publicó en la Gaceta de Madrid Nº 273 el Real Decreto que autorizaba al ministro grancanario a contratar, por término de diez años, el servicio de conducción del correo por buques de vapor entre las islas Canarias, con un gasto anual de 125.000 pesetas. Lo firmaba, a fecha del día 22 de ese mes y en la ciudad de San Sebastián, la Reina Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, en nombre de su hijo Alfonso XIII (que apenas tenía poco más de un año edad) tras la prematura muerte de su padre Alfonso XII en 1885, víctima de tuberculosis.
Con ese mandato ya en su mano, León y Castillo pone a funcionar la maquinaria estatal y se emite la Real Orden para que el subsecretario de la Gobernación, el orensano Adolfo Merelles (quien también fuera senador por la provincia de Canarias entre 1891 y 1893), la dirija a su vez al Director General de Correos y Telégrafos, Ángel Mansi.
Apenas una semana después, el día 8 de noviembre a las 2 de la tarde, la Dirección General convocó, en Madrid, Cádiz, Canarias y Barcelona la subasta del servicio con un depósito previo de 12.500 pesetas en metálico o en títulos de deuda pública. En los requisitos del concurso se estableció la obligatoriedad de transportar toda la correspondencia oficial, los certificados, los valores, las alhajas aseguradas, los periódicos y los impresos, obligando al contratista a responder e indemnizar en caso de extravíos o pérdidas.
En el pliego de condiciones también se establecieron las líneas a recorrer: la Oriental (Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas, Puerto Cabras, Arrecife) y la Occidental (Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, La Palma, La Gomera, El Hierro), debiendo cumplirse cuatro viajes redondos mensuales por línea, en tres vapores (dos en servicio y uno de reserva) de hierro o acero, con registro Lloyd’s o Veritas con nota 100 A.S. (la máxima en cuestiones de seguridad. El Lloyd’s usaba en ese momento las siglas A.1., por lo que quizás A.S. sea un error de transcripción), con 400 toneladas mínimas y con velocidad media de 10 millas a la hora. Además, los vapores debían poder transportar a 25-30 pasajeros de 1ª Clase y a 150-200 de 2ª, además 300 toneladas de carga.
Se establecían multas de 50 pesetas por hora de retraso en salida y de 250 pesetas por no tocar en escalas obligatorias y se estimaba el plazo de duración del contrato en diez años, prorrogable tácitamente si no había aviso con 6 meses de antelación. El contrato era rescindible tras 5 multas, incumplimientos graves o pérdida de la fianza, y el gobierno se reservaba la flexibilidad de variar itinerarios o aumentar expediciones con el debido ajuste presupuestario.
El servicio debía iniciarse dentro de los 3 meses siguientes a la adjudicación y, con ello, uno de los anhelos de León y Castillo se materializaría por fin. Sin embargo, el concurso quedó desierto. El ministro será nombrado en noviembre de ese año embajador en Francia.
El 24 de septiembre del año siguiente, 1888, la compañía británica asentada en Canarias, Elder Dempster & Co., constituye la Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios para concurrir a una segunda subasta y, esta vez sí, el servicio es adjudicado. Durante 41 años, esta será la compañía que gane sucesivos concursos renovando el servicio interinsular hasta ser absorbida por Trasmediterránea en 1930.
El León y Castillo, el `segundo`, seguirá cumpliendo su servicio postal, ahora bajo nueva contraseña, hasta su desguace en 1981. Hoy, el La Palma mantiene vivo el recuerdo de su desaparecido hermano y del insigne polítco teldense que luchó por garantizar la conectividad y la comunicación a través del correo entre las islas desde finales del siglo XIX.